En el norte de Tailandia, a mitad de camino entre Chiang Rai y Chiang Mai, existe una aldea de refugiados Birmanos muy especial. Está habitada por “apátridas”, exiliados de su país al ser perseguidos por el régimen. No poseen pasaporte ni derechos como ciudadanos y forman parte del grupo étnico denominado Kayan, Karen o Karenni. Proceden de la parte tibetana y tienen unas facciones bellas y llamativas. Aunque el factor que los diferencia de otros pueblos de la zona es que allí viven las denominadas “mujeres jirafas” o “Padaung“.
El poblado tiene una calle principal compuesta por un conjunto de tiendas de madera para los turistas. Detrás de estas, casi escondidas, se encuentran sus casas.
Muy pronto empiezas a encontrarte con las primeras niñas y mujeres Padaung. A partir de los 5 años se empiezan a colocar en el cuello anillos de latón. Cada cierto tiempo se añaden nuevos anillos que presionan la clavícula de la mujer hacia abajo, consiguiendo el efecto de que parezca que tienen el cuello más largo.
Existen varias teorías sobre el origen de esta tradición. Algunos apuntan a que servía de protección a las mujeres contra los ataques de los tigres, ya que al parecer siempre centraban su ataque a la zona del cuello. Otros creen que era un modo para diferenciar a las mujeres de la tribu y evitar que fueran robadas o secuestradas por otros. Allí también se nos comentó que para ellos era un símbolo de belleza.
Junto a ellas compartían aldea otras mujeres que tenían unos enormes pendientes y que son conocidas como “mujeres de orejas grandes”. Una de ellas nos enseño su casa y cómo vivían. Apenas dos habitaciones para toda la familia y en unas condiciones de vida, como os podéis imaginar, muy humildes.
Andando por el pueblo, nos encontramos con este estupendo sillón (¡¡¡tenía que poner esta foto en la entrada!!!)..
y mientras pasaba todo esto los niños jugaban, comían, hacían la tarea, cantaban..
Aunque os tengo que confesar que de todas las mujeres que ví ese día….yo me quedo con esta..
Me gustaría finalizar comentando que es difícil hacer un juicio de valor desde España sobre esta tradición y más cuando vas de turista y pasas allí solo una hora. Para ellos se ha convertido en su única fuente de ingresos y en la manera de diferenciarse del resto de aldeas de la zona para atraer al turismo y por lo tanto subsistir. Muchas de las niñas y mujeres que viven allí no han querido seguir con esta tradición, por lo que conlleva. La realidad, su estatus político y forma de vida es bastante dura..Al final, desgraciadamente como casi siempre, es la mujer quien soporta la carga. Los hombres del poblado que vimos iban en vaqueros y camiseta, sin pendientes ni anillos en el cuello. Esta canción, aunque probablemente no la vayan a escuchar nunca, es para ellas..