Brujas es una ciudad de cuento. La vieja capital de Flandes, conserva un centro histórico en el que cada rincón merece una foto que se podría convertir en postal o cuadro. Visitar sus calles con calma, perderse por sus callejones, tiendas, restaurantes y cervecerías, recorrer sus canales en barca… conforman uno de esos placeres que deberías vivir, al menos, una vez en la vida…
La vida de esta villa medieval y gótica, gira entorno a la plaza principal, Markt, en la que podéis encontrar varios restaurantes y cervecerías con terraza. Los sábados se celebra un mercado que merece la pena visitar…
Llegar a ella es muy sencillo, sólo tienes que seguir la referencia de una torre que es considerada el símbolo de Brujas. El Belfort, es un campanario del siglo XIII y es también conocido como la Atalaya. En la foto también podéis ver la estatua dedicada a los héroes nacionales, Jan Breydel y Pieter de Conninck, situada en el corazón de la plaza.
La torre tiene 83 metros de altura y alberga una cámara del tesoro, un impresionante mecanismo de reloj y un carillón con 47 campanas. El edificio, ha sido usado como almacén, archivo de la ciudad, oficina administrativa y desde uno de sus balcones se proclamaban las leyes y reglamentos de la ciudad.
El campanario servía esencialmente como torre de vigilancia para detectar incendios en la ciudad y, si te atreves a subir los 366 escalones que te llevan al mirador, podrás ver una maravillosa vista panorámica de la ciudad.
En mi opinión uno de los puntos fuertes de la ciudad es su comercio. Las calles del centro están llenas de pequeñas tiendas decoradas de una manera exquisita…
…donde el chocolate…
…los juguetes…
…y la cerveza son los principales protagonistas…
Muy cerca podeis encontrar la plaza Burg, considerada la más bonita de la ciudad. Allí se encuentran varios edificios históricos, como el Palacio de Justicia (Gerechtshof), la Probostía (Proosdij), el Ayuntamiento (Stadhuis) y los restos de una iglesia carlinga. De todos, el que más llamo nuestra atención fue la Basílica del Sagrado Corazón (Heilig-Bloedbasiliek) donde podéis ver un sagrario de plata con una pequeña ánfora que, se cree que, guarda unas gotas de la sangre de Cristo. Esta reliquia es sacada en procesión una vez al año.
Si en esa plaza cruzais por el callejón del asno descubriréis la Brujas que todos tenemos en nuestra mente. Una colección de canales de ensueño, que podéis recorrer en un pequeño crucero, tal y como os comentados en nuestro post Fotografías de un paseo en barca por los canales de Brujas.
Otro edificio que merece la pena visitar, es la Iglesia de Nuestra Señora (Onze Lieve Vrouwekerk). Su torre 122 metros, a la izquierda de la foto, es la más alta de Bélgica.
Os aconsejo que paseéis al atardecer por las calles de los canales…
para que veáis como cambian los colores de la ciudad y los edificios…
y, poco a poco, se van iluminando…
La última parte del atardecer lo podéis emplear en visitar los cuatros molinos de la ciudad que siguen en pie o la zona del Begijnhof…
Nosotros nos quedamos dos noches en un B&B que había sido la casa de un pintor. El segundo día visitamos Gante, que está muy cerca en tren…
y el tercero lo dedicamos a seguir descubriendo rincones curiosos de la ciudad…
¡Qué bonitos recuerdos!
La canción de la entrada está dedicada a Noe, ya que hoy (día de la publicación) es nuestro tercer aniversario de boda…