Nara es uno de esos pequeños paraísos que descubres por casualidad, un pequeño pueblo rodeado de magníficos templos y un parque natural espectacular. Pero lo que más llama la atención de esta antigua capital Japonesa, es la presencia de ciervos por todos sus rincones.
Que dejan estampas tan bonitas como estas…
Y claro, los turistas, después de dar su pasito…
…no dejan pasar la oportunidad de poder hacerse fotos con ellos…
Todo es plácido y tranquilo hasta que cometen el gran error de querer darles de comer…
Y empiezan a aparecer decenas de ciervos que persiguen compulsivamente a los turistas…
…que comienzan a sonreír de forma nerviosa…
…y se ven atrapados…
La calma inicial es un lejano recuerdo entre tanto acoso…
…que te obliga a tomar medidas evasivas desesperadas…
…para escapar de estas tiernas criaturas que se transforman en pequeños monstruos…
Moraleja de la entrada: las apariencias engañan.